viernes, 12 de noviembre de 2010

Las relaciones entre jazz y arte visual del siglo XX

Nacido en Estados Unidos en los albores del siglo XX, el jazz surgió como música híbrida y marcada por la improvisación de la mano de los colectivos de esclavos negros procedentes de África que se servían de sus ritmos y sonidos para interpretar himnos de trabajo y diversión en su vida cotidiana.
Surgido hacia 1917 en la zona de Nueva Orleáns y envuelto en prejuicios por la sociedad de clase baja que cultivó e inspiró sus primeras manifestaciones, el jazz no se convirtió en moda hasta 1922, gracias a Tales of the Jazz Age, de Scott Fitzgerald. Se convirtió en banda sonora de la juventud de toda una generación y artistas como Man Ray lo homenajearon en su producción. Jazz, instantánea del surrealista fechada en 1919, se exhibe en el CCCB junto a cuidadas ilustraciones que decoraban las partituras musicales y trabajos de creadores de entonces nacidos o residentes en EE.UU como Blanding Sloan o Miguel Covarrubias.
La América Blanca reconoció culturalmente a la América Afroamericana gracias al jazz, que generó hasta 1936 un amplio movimiento cultural conocido como el Renacimiento de Harlem. La música (con sus representantes de oro, Louis Amstrong y Duke Ellington), no fue la única vertiente creativa de esta tendencia, ya que escritores y artistas como Langston Hughes, Aaron Douglas, Winold Reiss o Carl van Vechten encontraron en el jazz uno de sus temas predilectos.
Los ritmos sincopados de esta música llegaron con éxito a Europa tras la I Guerra Mundial, y la irrupción en 1925 de la Revue Négre, con Josephine Baker, generó en el viejo continente una auténtica pasión por la música afroamericana, fascinación que Paul Colin bautizó como tumulte noir y que dejó su impronta en la obra de Van Dongen, Picasso o Grosz. A la era del jazz sucedió en la década de los 30 la moda del swing, sonido de fondo de numerosas comedias musicales tras la aparición del cine sonoro. La música de las grandes orquestas negras y blancas del momento marcaría también trabajos contemporáneos de Hart Benton, Kupka o el entonces joven diseñador Alex Steinweiss.
La II Guerra Mundial no frenó las repercusiones del jazz en ámbitos no musicales. Se considera que el boggie-woogie fue determinante en la obra de Mondrian y Henri Matisse tituló precisamente como Jazz a uno de sus collages con papeles de colores. Pollock escuchó bebop a menudo y David Stone, Warhol o Josef Albers diseñaron caratulas de algunos de sus discos más conocidos. Precisamente el White Light de Pollock decoraba el mítico disco Free Jazz, publicado por Ornette Coleman en 1960.
El jazz y la música negra continúan impregnando numerosos trabajos, desde los años ochenta, de artistas como Colescott, Basquiat, Lorna Simpson, Jeff Wall y Christian Marclay. Pone punto y final metafórico a la muestra, que ya se ha exhibido en Trento y París, un pequeño tren, elaborado por David Hammons, que circula por un paisaje minero regado por tapas de pianos de cola.

Fuente: masdearte.com
Daniel Soutif
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona

Ilustración: "Le tumulte noir" portfolio publicado en Paris, en Enero de 1927 como tributo a Josephine Baker y otros afro-americanos.

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